viernes, 23 de enero de 2009

Capítulo XI 6ª Parte.

LOS DESORDENES EN IBEROAMÉRICA

Y tras el bloque asiático, el bloque africano, el bloque árabe y el bloque hindú, sigue en turno el bloque iberoamericano para apro-a la influencia del marxismo. (En este caso se trata de un área de más de veinte millones de kilómetros cuadrados y de cerca de 200 millones de habitantes, que para 1975 ascenderán aproxima­damente a 300 millones).

El primer paso ostensible para acercar a Iberoamérica a la influencia marxista se dio en la ¡unta de presidentes efectuada en Panamá en 1956 al no condenar conjuntamente esa doctrina, sino a las "dicta­duras". Bajo esta palabra convencional masónica los rojos designan a las fuerzas anticomunistas o a las que no cooperan con ellos. A las dictaduras bolcheviques les llaman "democracias populares".

En esa junta de Panamá, en 1956, quedaron sentadas las bases —con aprobación de Eisenhower— para hostilizar internacionalmen-te a los gobiernos iberoamericanos que por apoyarse en sus propias fuerzas más que en las masónicas, y que por ser de duración inde­finida (tipo dictadura) constituyen un obstáculo para la comunización de Iberoamérica. Tales regímenes eran en 1956 los de Batista en Cuba; de Pérez Jiménez en Venezuela; de Rojas Pinilla en Colombia; de Trujíllo en la República Dominicana; de Somoza en Nicaragua y de Stroessner en Paraguay.

Los cuatro primeros fueron derrocados y en su lugar se establecie­ron regímenes comunistas o tolerantes con la infiltración gradual de procomunistas. Este proceso internacional para empujar a Iberoamé­rica hacia el marxismo se inició tiempo antes en México y en Argentina.

ARGENTINA.—Después de la caída de Perón (en la que jugaron papel decisivo los judíos Eduardo Vuletich y Abraham Krislavin por­que le fingieron lealtad para luego enredarlo en dificultades con los católicos), tomó el poder el israelita argentino Isaac Rojas y desde entonces comenzó a propiciarse en Argentina la proliferación del co­munismo. Más tarde subió a la Presidencia Arturo Frondizi, quien puso en marcha en 1958 el plan comunista del magnate Frigerio y del judío Hojvat, de Gringauz y de Marchinandiarena. El Padre Meinvielle es­pecifica que el supercapitalismo se acrecentó entonces en Argentina impulsado por el Banco Kuhn Loeb & Co. "Detrás de este superca­pitalismo financiero internacional judío —dice— está también el Departamento de Estado de los Estados Unidos, cuya buro­cracia ha sido denunciada repetidas veces como minada por los comunistas". El supercapitalismo operaba por un lado empobre­ciendo a las masas argentinas, en tanto que los agitadores rojos ope­raban por el otro moviendo a las masas hacia el comunismo. La in­filtración marxista se extendió a todos los sectores; la labor comuni-zante de la Facultad de Filosofía disfrutó de un subsidio de 260 mil dólares de la Fundación Ford, que desde la muerte de Henry Ford cayó en poder del supercapitalismo hebreo. Hasta el movimiento pe­ronista fue infiltrado por los rojos Buceta, Caballiere, Mell, Tedesco y Saúl Hecker, financiados por Silvio Frondizi, hermano del Presidente.

Alarmados ante la penetración roja, 33 obispos encabezados por el Cardenal Antonio Caggiano formularon una declaración el 20 de febrero de 1959 en que daban la voz de alerta y señalaban que ma­sonería y comunismo marchan en Iberoamérica hacia el mismo objetivo. Muy significativamente esa declaración fue silenciada por el monopo­lio informativo internacional de prensa. El mismo Cardenal Caggiano agregó después que la infiltración comunista está realizándose hasta en algunas escuelas religiosas de aquel país y en todas las clases so­ciales de América. Hizo ver que el bando no comunista carece actual­mente de unidad para hacerle frente a ese peligro.

Monseñor Antonio Plaza, arzobispo de La Plata, denunció en octu­bre de 1959 que la quema de iglesias el 16 de junio de 1955 no había sido obra de Perón, sino de masones que se ostentaban falsamente como peronistas. Luego reiteró su denuncia y aportó más datos y días después le fue colocada una bomba en el Palacio arzobispal, aun­que él resultó ileso.

Bajo el disfraz de "legalista", Frondizi aceleraba la marcha comu-nizante de Argentina, mientras su hermano Silvio abogaba públicamente (julio 21 de 1960) por la implantación en toda Iberoamérica de regímenes como el de Castro Ruz. Para 1962 la conjura Voja era ya tan evidente que ocurrió una reacción saludable en el Ejército y Fron­dizi fue derrocado. Los militares iban a formar una Junta de Gobierno que barriera con toda la infiltración marxista, pero en ese momento intervino el Departamento de Estado Americano amenazando con sus­pender toda la ayuda financiera .si se rompía "el orden constitucional", y en esta forma logró que se quedara de Presidente el Vicepresidente Guido, que «s de la gente de Frondizi. El avance comunista fue con­siderablemente frenado, pero la conjura siguió adelante con los judíos Bezronik, Goldbard y Siwak, en las finanzas, y con numerosas células en universidades, sindicatos, periódicos y cuarteles.

Bajo el régimen del Presidente Arturo Illía la penetración comunista fue tomando mayor fuerza y se puso de manifiesto que uno de sus protectores era el "genio financiero" judío Simón Golchausky, .quien ¡unto con otros congéneres suyos ayudaba con fondos de la financiera "Capital, S. A.", del Banco Para el Comercio de Suiza e Israel, de la Toremgh Trade Bank, de la Mortgagzano Bank y de otras casas bancarias.

En junio de 1966 el régimen de Illía fue derrocado por el ejército argentino, el cual acabó con la poderosa célula comunista que operaba en las universidades, bajo la protección de la "autonomía". El mono­polio internacional informativo acusó al nuevo régimen (encabezado por el general Onganía) de ser una dictadura. La Alianza Israelita, lo mismo que el Departamento de Estado americano, se movieron activa­mente para presionar a Onganía e impedir que las financieras judías (patrocinadoras de la infiltración comunista) fueran a ser intervenidas, como se rumoreaba.

VENEZUELA.—Bajo el gobierno de Pérez Jiménez no existía en este país agitación comunista, la cual nunca logra prosperar si ca­rece de apoyo oficial. Pero al ser derribado ese régimen, bajo la su­gestiva bandera de que era una "dictadura", el nuevo gobierno de. Betancourt toleró la infiltración marxiste, que bien pronto controló el Congreso y los sindicatos. El avance de la conjura roja es atacado en alguno de sus efectos, pero no en el fondo de donde emana. Los núcleos nacionalistas sí son anulados eficazmente. Hay frecuentes bro­tes de terrorismo y malestar económico. Con el vistoso argumento de la "autonomía" universitaria, la Universidad de Caracas fue conver­tida en bastión de conspiradores rojos.

Una capciosa propaganda hacía correr el sofisma de que el terror comunista no podría suprimirse mientras no se implantaran "reformas sociales" (precisamente "reformas" de tendencia marxista).

La situación fue empeorando hasta que a fines de 1966 hubo un nuevo desembarco de terroristas provenientes de Cuba, al mando de Luben Petkoff. Los asesinatos y atentados dinamiteros iban en aumento y la Universidad Central de Caracas era refugio de varios de los te­rroristas. El ejército venezolano hizo a un lado la llamada "autonomía" . y ocupó la Universidad, donde fue hallada gran cantidad de armas, automóviles robados y un cementerio clandestino. Periódicos tradicio-nalmente conservadores como "Excélsior" y "Ultimas Noticias" (ya infiltrados por comunistas), ocultaron, todas las informaciones acerca de esos sucesos.

COLOMBIA.—En los últimos seis años el comunismo ha ganado terreno en todos los sectores y ha redoblado su propaganda. El mo­vimiento Revolucionario Liberal hace franca campaña marxista y nu­merosos agentes rojos actúan en el "MOEC", que agrupa obreros, estudiantes y campesinos. Sin embargo, a mediados de 1964 el ejér­cito ha limpiado de guerrillas comunistas a la región de Marquetalia.

CHILE.—Bajo la presión masónica internacional el Partido Comu­nista fue legalizado en 1958. Cuando un país no permite la conspira­ción marxista es acusado de mil modos y tachado de "dictadura". Los agentes rojos se han infiltrado en el Frente de Acción Popular, en la Federación del Trabajo y entre los mineros chilenos. Actualmente tratan de popularizar el falso planteamiento de que para combatir al comunismo es necesario implantar la Reforma Agraria política que tan nefastos resultados da en la URSS, en Polonia, Alemania cautiva, China roja, etc. las componendas de partidos y los artilugios de la propaganda han dado buen resultado a los marxistas, entre los cuales figura Pablo Neruda, judío-chileno, cuyo verdadero nombre es Neftalí Reyes Basualto. Lo mismo que en Venezuela, Italia y otros países, en Chile los comunistas han logrado infiltrarse profundamente en el movimiento "De­mócrata-Cristiana", desde el cual desorientan a los católicos y van orillándolos hacia el comunismo. Sutilmente atacan la economía libre hablando de un "mundo 'comunitario"; censuran indirectamente a la Iglesia proclamando el "progresismo" y ya se dio el caso de que cola­boraran con los marxistas para abolir la Ley 5839 que protegía al país contra la conspiración roja tendiente a derrocar las instituciones e instalar un régimen soviético.

En los primeros meses de 1965 el régimen "democristiano" de Frei daba los primeros pasos para instaurar el "estatismo", a la vez que ini­ciaba componendas con la URSS y con Castro Ruz, con los cuales Chi­le no tenía antes relaciones.



Uno de los promotores de la "Democracia-Cristiana" política fue el sacerdote Felicidad Roberto de Lammenais. Censurado por el Papa Gregorio XVI en 1833. Lammenais rompió con la Iglesia. Después el Papa León XIII precisó que "es ilícito desviar hacia un sentido polí­tico el término de democracia-cristiana" (Encíclica Graves de Com-muni, 1901), pero un movimiento internacional .lo está haciendo así, impulsado por comunistas más o menos bien disfrazados, conscientes de que flanquear, infiltrar y minar al catolicismo es menos ?costoso que atacarlo abiertamente. Por eso el cardenal chileno José María Caro Rodríguez dijo: "No son los rojos los que han cambiado de rumbo, sino los demócrata-cristianos los que están acortando las distan­cias para acercarse a los materialistas ateos".

GUAYANA BRITANICA.--EI"conocido marxista Cheddi Jagan, casado con la judía Janet Rosenberg (de la famosa familia de espías comunistas atómicos), tomó el poder de la Guayana y poco después (1962) hubo un levantamiento popular anticomunista que estaba a pun­to de derrocarlo, pero entonces Inglaterra envió tropas aerotrans­portadas y Jagan fue sostenido en el poder. En abril de 1963 Jagan estuvo nuevamente en peligro de ser derrocado por el pueblo cuando trató de someter a los sindicatos obreros al control comunista, y en­tonces la URSS le envió armas para afianzarlo en el mando.

Por la Guayana pasan pertrechos y agentes procedentes de Cuba para alimentar el terrorismo en Venezuela y la agitación en Brasil.

BOLIVIA.—Después de la revolución de 1952 y de la consabida "Reforma Agraria" que realmente no busca mejorar al campesino sino utilizarlo como instrumento político, la penetración marxista aumentó velozmente y creó fuertes milicias rojas. Los procomunistas del Depar­tamento de Estado americano estuvieron financiando con más de 160 millones de dólares al régimen procomunista boliviano. El avance de la conjura roja se atribuía a la miseria, cosa falsa, pues no son los pobres los que la promueven ni quienes se benefician con ella. Cuando ya Bo-livia parecía que iba a quedar bajo un fuerte régimen comunista, el Ejército derrocó a Paz Estenssoro e hizo retroceder a los marxistas.

BRASIL.—Con su enorme superficie de 8 millones y medio de kiló­metros cuadrados y su población de cerca de 70 millones de habi­tantes, este país fue durante varios años empujado por su gobierno hacia e! comunismo. Durante 16 años el Departamento de Estado ame­ricano le suministró más de tres mil millones de dólares, en su mayor parte utilizados por los presidentes Kubitschek, Quadros y Goularl para abrirle camino al comunismo. A fines de 1961 el Ejército derrocó al presidente Quadros, evidentemente marxiste, pero en el acto hubo gran presión del Departamento de Estado americano para que subie­ra el Vicepresidente Goulart, también marxista. Para afianzar la he­rencia del comunismo el Departamento de Estado invocó el sacrosan­to respeto a la Constitución, mismo que no se toma en cuenta cuando se trata de derrocar a los regímenes no comunistas como los de Perón, Pérez Jiménez, Batista, Trujillo y Rojas Pinilla. En su tarea de gradual comunización pacífica del Brasil el régimen de Goulart disfrutó en abril de 1962 de un nuevo crédito de 260 millones de dólares, que le con­cedió Kennedy, con gran descontento de los sectores anticomunistas de Estados Unidos.
Gracias al patrocinio oficial la infiltración roja cundía en Brasil en los altos puestos gubernamentales, en la Banca, en la Juventud Uni­versitaria Católica, en la Juventud Demócrata-Cristiana y hasta en las iglesias. Michael von Roeder Michels (hebreo) encabeza la Iglesia "Católica" Cismática ¡unto con el obispo excomulgado Carlos Duarte Costa.

Cuando la situación era ya muy grave y Goulart estaba a punto de entregar el país a una comunización violenta, el Ejército volvió a ac­tuar para salvar a la nación, derrocó a Goulart e hizo una limpia de traidores (abril de 1964). En los últimos años esta ha sido la más grave derrota del comunismo internacional, el cual llama "gorilas" a los mi­litares.

En 1966 la 5a. columna roja se hallaba empeñada en Brasil en lograr una escisión dentro del Clero y en enfrentar a una parte de éste con las fuerzas que se oponen al comunismo. Tal maniobra se encubre con un falso humanitarismo que usa de estandarte a los pobres y habla de 'injusta distribución de la riqueza", precisamente en regiones donde la falta de producción es causa de que no haya riqueza.

GUATEMALA.—En 1951 el Presidente Jacobo Arbenz, de origen judío, acentuó los aprestos para conducir al país gradualmente hacia el comunismo. Pero en 1954, aprovechando la alarma que provocó en Estados Unidos la capitulación de Occidente en Indochina, las fuer­zas patrióticas norteamericanas ayudaron al general Castillo Armas a derrocar al régimen de Arbenz, que carente de apoyo popular se desplomó rápidamente. Los jefes judíos guatemaltecos Jacobo Arbenz, Jaime Rosenberg, Rogelio Wer y Jacobo Sánchez huyeron al extran­jero y quedó al descubierto que la Gran Logia Masónica de Guatemala estaba cooperando secretamente en la comunización del país. Castillo Armas la disolvió y tiempo después fue asesinado.

Luego siguió el régimen de Ydígoras y cuando éste tocaba a su fin el comunismo internacional trató de recuperar el terreno perdido en Gua­temala valiéndose de la candidatura de Juan José Arévalo, pero nueva­mente el Ejército salvó al país. En marzo de 1963 tomó el poder el coro­nel Peralta Azurdia. En 1966, bajo persistente presión internacional, se le dio posesión como presidente a Méndez Montenegro, simpatizante procomunista. Los guerrilleros rojos aumentaron sus actividades y en el Congreso fue borrado el lema que decía: "Dios, Patria, Libertad".

ECUADOR.—Como en todas partes donde el comunismo avanza, altas esferas políticas ecuatorianas lo estaban protegiendo. El 23 de diciembre de 1960 el Cardenal Carlos María de la Torre advirtió: "El gobierno se cruza de brazos ante el peligro comunista. Falta gravemente a sus deberes de velar por la salud de la Patria, su liber­tad y su independencia".
Un movimiento militar frenó la conspiración roja, pero ésta halló nuevos cauces y siguió adelante haciéndose sentir en diversas dosis en la Confederación de" Trabajadores, en el Partido Socialista Revo­lucionario, en el Movimiento Universitario Revolucionario, en Restaura­ción Democrática Arosemenista, etc. El Ejército actuó nuevamente en defensa del país y derrocó al Presidente Julio Arosemena. (La conspiración roja trata ahora de restaurar su influencia).

PERÚ.—Con motivo de las elecciones de 1962 iban a mejorar su posición los comunistas, pero una rebelión de militares frustró la maniobra. Entonces los procomunistas del Departamento de Estado ame­ricano trataron de anular el triunfo de los militares peruanos y se re­sistieron a reconocer a la Junta de Gobierno, pero luego tuvieron que ceder ante la presión de los propios círculos patrióticos norte­americanos, enemigos del bolchevismo.

Los rojos peruanos han tratado de mover guerrilleros y se han in­filtrado en los "Demócrata-Cristianos" para cooperar con el Partido Comunista, en cuya labor los ha auxiliado el sacerdote Salomón Bolo, simpatizador del régimen castrista.

(El Salvador, Nicaragua y Paraguay han opuesto considerable re­sistencia a la conspiración internacional comunista, aunque siguen ama­gados por células rojas que se disfrazan de nacionalismo y humanismo para engañar y arrastrar consigo a estudiantes y a diversos grupos conservadores).

CUBA.—El 26 de julio de 1953 fracasó un asalto contra el cuartel Moneada, en Santiago de Cuba. Fidel Castro —que ya en 1948 ha­bía participado en el golpe comunista de Bogotá— cayó prisionero, fue indultado por Batista y reanudó su conspiración en La Habana. En 1955 se trasladó a México, en donde tuvo el amparo de eminentes políticos masones y ¡unto con 60 hombres recibió instrucción de guerrillero en el rancho de Chalco, Estado de México, de parte del se­fardita Alberto Bayo. El 25 de noviembre (1956) zarpó de Tuxpan en el yate "Gramma", provisto de armas y parque, desembarcó en Cuba, fue bendecido por la Logia "Juventud en Evolución" y se es­condió en la Sierra Maestra, en compañía de cabecillas rojos tan co­nocidos internacionalmente como el judío argentino Ernesto "Che" Guevara Lynch, que al igual que Castro Ruz estuvo fingiéndose ca­tólico.

Inmediatamente después los agentes fidelistas comenzaron a colo­car bombas en cines, estaciones, etc., para matar gente inocente y provocar escándalo y terror. Al mismo tiempo altos círculos de Wash­ington lograban que se prohibiera la venta de armas y municiones al gobierno de Batista, en tanto que Castro Ruz las recibía de contra­bando, un contrabando que la flota americana "no pudo" impedir en el reducido tramo del Estrecho de Florida.

A continuación el periodista judío-americano Herbert Mattheus entrevistó a Castro Ruz en su escondite de la sierra y el poderoso periódico "The New York Times", también judío, lo aclamó como un adalid de la democracia y la libertad. Lo secundaron otros muchos diarios y revistas judías, la Sociedad Interamericana de Prensa (de igual inspiración) y las agencias informativas de Prensa, hasta formar­le una aureola de heroísmo.

Manipulada ya la "opinión pública" —es decir, DESINFORMA-DA—, el tercer acto corrió a cargo del Embajador de Eisenhower, Earl T. Smith, que presionó a los jefes militares para que negociaran con Castro Ruz. Conseguido esto, el propio Smith se entrevistó con Batista y con el ministro de Relaciones. "Él embajador pidió disculpas por lo que iba a decir —refiere Batista— y nos dijo... que Wash­ington consideraba terminado mi Gobierno".

El régimen rodó así por el suelo y el pueblo cubano creyó hallarse ante el milagro de un heroico David que había vencido al gigante Goliat, y lo aclamó alborozado.

Detrás de todo ese teatro gigantesco resurgió en Cuba el Partido Comunista y los líderes rojos se acomodaron en el ejército, en las cen­trales obreras y en toda la administración. Su triunfo lo celebraron simbólicamente con matanzas colectivas de prisioneros y luego con ejecuciones sumarias de más de 600 reos.

La American Red Mogen David for Israel, de Nueva York, demostró inmediatamente sus simpatías por el castrismo (que en tres días ma­taba más gente que la Inquisición en tres siglos) y la Nicaro Nickel del gobierno americano, el Banco de Boston, el National City Bank of New York y otras poderosas instituciones le adelantaron dinero a cuenta de impuestos. En seguida Castro Ruz afirmó su dominio median­te armas que recibió de Estados Unidos y Noruega, y después de Luxemburgo, Bélgica y la URSS.

Durante su lucha por el Poder, Castro Ruz tuvo la ayuda de nume­rosos "demócrata-cristianos" que ahora se hallan ya identificados co­mo marxistas. Por ejemplo, José María Aguilera, actual ayudante del líder máximo de la CTC; José Llanuza, Ministro del Deporte; Andrés Vilariño, jefe de la Universidad de La Habana, y otros de menor al­curnia. Hubo también numerosos católicos cuya buena fe cayó en las asechanzas de los emboscados y que cooperaron con el castrismo.

Resulta que la primera fase del procomunismo en Iberoamérica se está disfrazando de catolicismo o de humanismo, pero a medida que avanza va revelando su esencia anticristiana. En cuanto Castro Ruz se sintió con suficiente fuerza armada expulsó del país a 110 sacerdo­tes y a cientos de monjas. Suprimió los colegios católicos y comenzó a implantar clases de ateísmo. Por ejemplo, se indicaba a los párvulos que rezaran y pidieran a Dios unos helados porque hacía mucho calor. Después de una hora los helados no llegaban y entonces se le indicaba a un alumno que los pidiera telefónicamente a Castro o a algún otro ¡efe comunista, y los helados llegaban en veinte minutos. Eso era una prueba palpable de la inexistencia de Dios y de la benevolente exis­tencia de Castro.

El jefe de la Fuerza Aérea Cubana, Pedro Luis Díaz Lanz, huyó a Es­tados Unidos y denunció pormenorizadamente la comunización de su país. Y ante el deseo público americano de que se rescatara a Cuba del bolchevismo, el Presidente Eisenhower dijo el 15 de julio (1959): "Las acusaciones de 'infiltración comunista en el Gobierno de Cuba no son fáciles de probar".

El primero de septiembre de 1960 el senador americano James Eastland reveló que una investigación practicada por la Subcomisión de Segundad Interior, del Senado, demostraba que "el Departamento de Estado americano había derribado a Batista e instalado a Cas­tro Ruz como dictador de Cuba, obrando con pleno conocimiento de causa, a sabiendas de que era marxista y de que había asesi­nado en Bogotá —1948— a un cura y dos monjas... La persona que realizó la deposición de Batista fue el embajador norteame­ricano en Cuba, Earl Smith".

El ex embajador Smith declaró ante la Subcomisión Senatorial de Seguridad que él había informado al Departamento de Estado acerca de la inclinación comunista del guerrillero Castro Ruz, pero que se le dieron instrucciones de quitarle a Batista todo apoyo. "Ayudamos a derrocar la dictadura de Batista, que era proamericana, sólo para ins­talar la dictadura de Castro, que es prosoviética". Agregó Mr. Smith que las leyes americanas de neutralidad se habían aplicado escrupu­losamente en perjuicio de Batista, pero no de Castro Ruz. Rubbotom era uno de los funcionarios del Departamento de Estado más compro­metidos en estas traiciones.

El ex embajador americano en México, Robert C. Hill, también de­claró ante el Senado que el Departamento de Estado había apoyado el ascenso de Castro Ruz y que "la libertad de todo el Hemisferio Occidental está en grave peligro si no se hace algo en relación con Cuba".

Entretanto, ya montada su maquinaria de terror, Castro Ruz acele­raba en 1960 el plan internacional de comunizar a Cuba como base para la comunización de todo el bloque iberoamericano. El laicismo escolar ha sido sustituido por la educación procomunista. La "Reforma Agraria" va suprimiendo la pequeña propiedad y se encamina al es­tablecimiento del "koljós" soviético. Las elecciones han sido proscritas. Toda oposición al régimen o todo movimiento anticomunista es califi­cado de "antirrevolucionario" y puesto fuera de la ley.

Especialistas judíos procedentes de la URSS, de Polonia y de Ale­mania Oriental, y peritos de China Roja, han entrado en gran número a Cuba y sin exhibirse están trabajando silenciosamente en la organi­zación del nuevo Estado, en el Instituto de la Reforma Agraria y en la Policía, en tanto que un número creciente de jóvenes cubanos es en­viado a comunizarse en la URSS. El control estatal de la contratación del trabajo comienza ya a perfilarse para acabar con el obrero independiente. Las huelgas están prohibidas. Una poderosa maquinaria de publicidad va surgiendo para desinformar, confundir y controlar las mentes de la masa, incluso con el nuevo sistema de la sugestión sub­consciente.

La organización G-2 (asesorada por judíos-rusos) infiltra agentes es­pecializados en todas las actividades sociales, muchos de ellos disfra­zados de oposicionistas al régimen, con el objeto de descubrir los nú­cleos de resistencia y liquidarlos.

Durante 1960 hubo en Cuba tres pastorales contra la subyugación comunista del país —una de ellas colectiva, en el mes de agosto—, y ninguna ha recibido la menor muestra oficial de simpatía en los 20 países de la Organización de Estados Americanos, que se ostentan tan amantes de la libertad en toda nación donde la libertad se halla limi­tada con perjuicio de los rojos, pero no donde se halla suprimida en beneficio de ellos.

Es significativo que Maurice L. Perlzweig, representante del Con­greso Mundial Judío ante la ONU, estuvo en Cuba en enero de 1960 y declaró entusiasmado: "Hablaré la verdad de Cuba y de su revolu­ción humanista porque le haré justicia afirmando que aquí hay plenas libertades". (1)

(1)"Vida de México", enero 8 de 1960.—Publicación israelita editada en México.

Ante la creciente presión de círculos americanos ajenos a la conspi­ración marxista, Eisenhower promovió una reunión de los 21 países de América, en San José, Costa Rica, para discutir el caso de Cuba pero ' la acción fue desviada hacia un rompimiento colectivo con la Repú­blica Dominicana, y a Castro Ruz no se le tocó ni con el pétalo de una rosa. (A la República Dominicana se le acusó de intervenir en Vene­zuela, pero es el caso que Castro Ruz había intervenido impunemente en Panamá, en Nicaragua y en la propia República Dominicana, y des- . pues lo hizo también en Venezuela y Guatemala alentando abierta­mente el sabotaje y la subversión).

El senador Alien J. Ellender (agosto 24 de 1960) censuró la política •de Estados Unidos en dicha ¡unta y la señaló como encaminada a la ' bancarrota del país y al nacimiento de otra tiranía roja en la República Dominicana. El prominente senador James O. Eastland —presidente de la Comisión de Asuntos Jurídicos— agregó que todo era obra del "mismo grupo" de traidores del Departamento de Estado americano, que había entregado Cuba al comunismo.

Para proteger al marxismo en Cuba se ha hecho ondear la patraña de la -"no intervención", principio que ¡amas se practica cuando se trata de acosar y derrocar a regímenes no gratos al marxismo. En mo­mentos en que el comunismo internacional está interviniendo en contra del pueblo cubano, no es válido que América se cruce de brazos con el pretexto de la "no intervención". En este caso la "no intervención" es sólo el ropaje de la complicidad con el marxismo.

El 19 de febrero (1961) el Senado americano reveló un testimonio en que el ex embajador William D. Pauley relata pormenorizadamente una serie de traiciones cometidas en los últimos 12 años para propiciar el avance comunista en Asia y en Iberoamérica. Pauley acusó concre­tamente a James E. Webb, luego funcionario de Kennedy, a William Wieland, funcionario del servicio diplomático, al periodista Herbert Matthews, al líder obrero George Michanovsky, y a algunos otros.

En vísperas del cambio de poderes en Estados Unidos (fines de 1960 y principios de 1961) se hacían planes en el Pentágono (Alto Mando de las fuerzas armadas norteamericanas) para ayudar a los anticomu­nistas cubanos. Al mismo tiempo en La Habana decenas de millares de personas gestionaban visas para emigrar. En ese crítico momento Ei-senhower rompió relaciones con Cuba, y como esto no fue seguido de ninguna otra acción, sólo benefició a Castro Ruz, pues por una parte apaciguó a los auténticos anticomunistas norteamericanos y por la otra frustró la emigración de cientos de miles de cubanos. Ahora sólo unos cuantos logran asilarse en las 6 embajadas que quedan en La Habana o escapar en lanchones.

Los aprestos de algunos jefes militares americanos para ayudar a los cubanos que tratan de liberar a su país continuaron adelante, pero a principios de abril fue detenido en Florida uno de los más activos jefes cubanos, o sea Rolando Masferrer, y el día 12 Mr. Kennedy presentó tal cosa como un escarmiento para quienes soñaron en "montar una ofensiva contra el gobierno de Fidel Castro".
A pesar de ese tropiezo, 5 días después se inició la expedición li­bertadora, pero sólo partió la columna de 1,200 cubanos que se halla­ban en las islas de Grand Corn y Little Corn, y no los 7,000 que de­seaban hacerlo desde Florida y que fueron inmovilizados por órdenes de Kennedy, quien invocó las leyes de "neutralidad". Además, se im­pidió que radiaran órdenes al movimiento de resistencia en Cuba, de tal manera que éste no pudo iniciar un levantamiento en coordinación con el débil desembarque libertador de Bahía de Cochinos.

Y por si eso no bastara, Kennedy canceló a última hora el apoyo aéreo que el Pentágono había ofrecido a los anticastristas, de tal manera que éstos quedaron a merced de los tanques y aviones soviéticos y fueron aplas­tados. Ni siquiera permitió Kennedy que en la operación participaran los aviones cubanos anticastristas que poco antes habían huido de Cu­ba, y tampoco permitió que acudieran aviones a última hora a rescatar a los expedicionarios, por lo cual todos fueron capturados. Al mismo tiempo el movimiento de resistencia cubano, desorientado por la in­tercepción de órdenes realizada en Florida, cayó en poder de Castro Ruz, el cual detuvo a 250,000 personas y las encerró hasta en teatros y campos deportivos.

Kennedy calmó luego a la opinión pública americana diciéndole que él asumía la responsabilidad de lo ocurrido y que una nueva acción se realizaría para liberar a Cuba, lo cual no cumplió. El presidente del comité nacional del Partido Republicano, Mr. William E. Miller, dijo el 11 de junio que al cancelar Kennedy a última hora el apoyo aéreo a los anticastristas, había condenado la operación al fracaso. Esto lo reiteró el senador Hugh Scott. Y el senador Rusell B. Long agregó que Kennedy había sido influido desastrosamente por su consejero Steven-son, cosa que reiteró el escritor americano Nathaniel Weyl. ("La Es­trella Roja Sobre Cuba").

Así fue frustrada, desde la Casa Blanca, la liberación de Cuba. Las PALABRAS contra Castro Ruz valen bien poco mientras vayan segui­das de ACTOS EN SU FAVOR.

Ninguno de los numerosos levantamientos ocurridos en Cuba desde 1960 ha contado con la ayuda del Departamento de Estado americano, no obstante que hubiera sido facilísimo apoyarlos desde la base ame­ricana de Guantánamo, establecida en Cuba. En cambio, se ha dado apoyo a falsos anticastristas para que provoquen divisiones entre los propios exiliados. Para liberar a Cuba bastaría con dar público y de­cidido apoyo político y militar aja población anticastrista. Por el con­trario, el Departamento.de Estado americano se ha convertido en pro­tector de Castro.

Mientras tanto, van estrechándose más las cadenas alrededor del pueblo cubano. La vieja creencia de que un régimen no se sostiene contra la oposición de las mayorías no es ya válida bajo las tiranías rojas que han tecnificado terror y propaganda para la subyugación de las masas.

Peritos llegados de la URSS se han encargado de esa tarea en Cuba y entre ellos figura Fabio Grobart, judío polaco entrenado en Moscú, cuyo verdadero nombre es Abraham Zincowich, con más de veinte años de residencia en Cuba. Zincowich actúa desde las sombras y co­locó como ¡efe del Partido Socialista Popular (comunista) a un hombre de su confianza, Blas Roca, llamado en realidad Francisco Calderio. Así las cosas, resulta muy natural que el Congreso Judío Mundial reu­nido en Ginebra declarara el 20-de diciembre (1961) que "en Cuba no hay antisemitismo... al contrario, estamos satisfechos porque el régimen en el poder está dedicado a suprimir toda forma de discrimi­nación racial". Igualmente explicable es que (enero 18 de 1962) la Fe­deración de Entidades Culturales Judías de Argentina hiciera una ex­hortación para que no se adoptara ningún acuerdo contrario al ré­gimen marxista-leninista de Castro Ruz. Y en marzo el Presidente del Congreso Judío Mundial, doctor Nahum Goldman, declaró que la co­munidad judía de Cuba no tenía nada que sentir del castrismo.

Por otra parte, como consecuencia de la alarma continental, porque la desventurada Isla es un arsenal de armas, propaganda y agitadores para la comunización de Iberoamérica, en enero de 1962 se efectuó en Punta del Este, Uruguay, una segunda asamblea de la Organización de Estados Americanos (OEA) para juzgar al castrismo. Pero en vez de acordarse un rompimiento colectivo de relaciones diplomáticas y comerciales (como se había hecho con Trujillo en 1960) sólo se excluyó a Cuba de la OEA, lo cual prácticamente no significa nada, pues su acción sobre Iberoamérica no la ejerce a través de la OEA, sino de sus propios agentes conspiradores y embajadas.

A mediados de 1962, mientras que el pueblo cubano sufría un ra­cionamiento de víveres más desesperante, mientras los reos políticos aumentaban a cien mil y los fusilamientos proseguían, en los círculos patrióticos de Estados Unidos comenzó a aumentar la inquietud por la creciente llegada de armas y peritos-militares soviéticos a Cuba. Ken­nedy pretendió adormecer esa inquietud diciendo que Castro sólo recibía "armas defensivas", pero el Pentágono (fuerzas armadas nor­teamericanas) produjo una terrible conmoción en octubre al demostrar que se trataba de bombarderos y cohetes atómicos cuyo radio des­tructivo abarcaba Estados Unidos, México y Panamá. Repentinamente el caso Cuba pasó de ser problema político a ser problema militar y esto dio oportunidad a los militares americanos para intervenir más en la crisis, al grado de que Kennedy y hasta sus consejeros judío-marxistas se vieron presionados y dando un rápido cambio hablaron dura­mente contra Castro.

Krushchev había dicho (julio 9 de 1962) que si "las fuerzas agresivas del Pentágono" se atrevían a actuar en Cuba, haría llover cohetes ató­micos contra Estados Unidos, pero su baladronada se vino abajo el domingo 28 de octubre al enterarse de que ya estaban embarcándose tropas americanas para liberar a Cuba en la noche de ese día. Inme­diatamente Kruschev ofreció retirar sus cohetes atómicos de Cuba, ya sin la condición que había puesto 48 horas antes, de que el Pentágono abandonara sus bases en Turquía. Fue una media vuelta completa, ri­dicula después de las amenazas de julio, y demostró que ef comunismo no puede hacer frente a una acción decidida y auténtica de Norte­américa.

Tras el ridículo de Krushchev, los procomunistas del Departamento de Estado americano y el grupo rooseveltiano entraron al "quite", ale­gando que "ya no era necesaria" la acción que los militares tenían pre­parada para desembarcar en Cuba, sacaron el problema de la esfera militar y lo regresaron a la esfera política, en donde la ONU pudo in­tervenir nuevamente en favor de Castro. Kennedy aprovechó la co­yuntura para ofrecerle a Krushchev que no apoyaría ni permitiría nin­gún movimiento para liberar a Cuba. El comunismo sacrificó prestigio y algunos cohetes en Cuba, pero logró sortear la crisis de octubre-noviembre y conservar esa base contra el hemisferio occidental.

Los más salientes sucesos a este respecto, en 1963 y 1964, pueden sintetizarse en los siguientes puntos:

31 de enero de 1963. Hay cerca de treinta mil soldados soviéticos de ocupación en Cuba.

30 de marzo. Los departamentos de Estado y de Justicia de E. U. anuncian que impedirán todo acto hostil contra Castro Ruz, desde territorio americano. (Luego se anuncia que serán castigados los americanos que ayuden en dichos actos).

I9 de abril. Inglaterra secunda la política de Kennedy contra los cu­banos anticastristas.
10 de abril. Kennedy presiona a la Asociación Internacional de Esti­badores para que cese su boicot contra los barcos que llevan ayuda al régimen castrista.

8 de mayo. Muy blando con Castro, Kennedy muestra mano de hie­rro acerca de las dificultades entre israelíes y sirios, al anunciar que "en caso de agresión o preparación de agresión directa o indirec­ta", apoyaría a Israel a través de la ONU y tomaría "otras me­didas por nuestra cuenta".

20 de mayo. Pesqueros soviéticos llevan armas y agentes a diversos países de Iberoamérica.

22 de mayo. Los cubanos fusilados (con juicio y sin juicio) ascienden a 7,121, además de 2,862 muertos en guerrillas. Otros 81,706 se hallan presos y veinte mil más desaparecieron y no se conoce su suerte.

5 de junio. Nuevas evidencias en la Agencia Central de Inteligencia, de Estados Unidos, de que aún hay cohetes soviéticos de gran al­cance en Cuba.

7 de agosto. Policías cubanos y tropas soviéticas frustran un levan­tamiento contra Castro. Muchos oficiales y marinos cubanos son detenidos.
Septiembre y octubre. Nuevos guerrilleros y desembarques anticastristas en Cuba. No recibieron ningún apoyo exterior y fueron com­batidos por milicianos de Castro y por tropas soviéticas. Octubre. Estados Unidos permite que barcos de países occidentales lleven ayuda al régimen castrista. Se deroga el boicot económico que jamás llegó a aplicarse íntegramente.

Enero a junio (1964). Con base en la ayuda que la Casa Blanca da a la dictadura soviética, Inglaterra, Francia y otros países auxilian comercialmente a la dictadura castrista. La flota inglesa impide nue­vos ataques de anticastristas. Se restringe la vigilancia aérea y marí­tima de E. U. sobre Cuba. Millares de dinamiteros y agitadores son entrenados en la isla para activar la conspiración en Iberoamérica. Juana Castro Ruz, hermana del dictador, huye a México y ratifica que su país vive bajo el terror comunista (junió 29).

Agosto (día 18). El Dr. Zev Katz, editorialista del diario "Haaretz" y miembro del comité central del Partido Liberal Israelí, asistió a las fiestas castristas del 26 de julio y declaró en La Habana: "Espero en América un camino similar al ocurrido en Cuba, dado que la polí­tica actual en el hemisferio sólo se encamina a beneficiar los intere­ses de Estados Unidos".

Agosto de 1964 a diciembre de 1966. Continuó la represión en todas sus formas, el terror y el racionamiento. Se acentuó la enseñanza anticatólica. En un congreso Tricontinental se acordó impulsar la subversión en Iberoamérica y consecuentemente se instaló una es­cuela de terroristas y saboteadores, dirigida por peritos soviéticos a las órdenes de Jaroslav Valenkezsky. El Fondo Especial de la ONU, a cargo de Paul Hoffman, siguió prestándole ayuda a Castro Ruz. Este afirmó (diciembre 12 de 1966) que en octubre de 1962 celebró un pacto secreto con la Casa Blanca, según el cual EE.UU. se com­prometió a no apoyar ningún movimiento tendiente a cambiar el ré­gimen cubano.

DISCREPANCIAS MOSCU-PEKIN.—En los últimos años se ha abier­to una cuarteadura (no rompimiento) en el bloque comunista. La URSS marcha de acuerdo con el Departamento de Estado americano en una comunización gradual, disfrazada de "coexistencia" y progresismo, con preferencia temporal por la táctica de infiltración y fabianismo. China Roja, en cambio, quiere que no se aplace por más tiempo la etapa violenta de la Revolución Mundial marxista. No hay diferencia ni desacuer­do acerca de la meta, sino de la táctica. Esto explica que el Departa­mento de Estado americano haya tolerado los bombardeos americanos al Vietcong (base de China Roja) y en cambio se haya opuesto denoda­damente a cualquier acción efectiva contra Cuba roja (base de la URSS), no obstante que Cuba es más peligrosa para América que el Vietcong.
La URSS es manejada casi totalmente por políticos-hebreos, en tanto que China Roja tiene pocas células de ese tipo y primordialmente es manejada por chinos marxistas-leninistas.

REPÚBLICA DOMINICANA.—Aunque el dictador Rafael L Trujillo pertenecía a la masonería, no se hallaba muy de acuerdo con ella y se oponía a la consigna de alentar la infiltración marxista en su país. Desde 1956 sus relaciones con el Departamento de Estado americano comenzaron a enfriarse y en agosto de 1960 la Organización de Es­tados Americanos (OEA) acordó que todos los países del Continente rompieran con él sus relaciones diplomáticas y comerciales. En este caso no se invocaron la "no intervención" ni "la libre autodetermina­ción de los pueblos" y se sumió a la República Dominicana en una crisis económica catastrófica. En realidad a Trujillo se le condenó unánimemente por anticomunista, no por "dictador", pues a la vez se mantenían relaciones con las dictaduras de Castro, de Tito, de Krush-chev, etc., etc.

Nueve meses después del bloqueo total, Trujillo fue asesinado. Que­daron al frente de! país el presidente Balaguer y el general Rafael Trujillo Jr. y continuaron la misma política reacia al comunismo, cosa que la OEA y el Departamento de Estado americano siguieron ca­lificando de "dictadura". El 18 de noviembre de 1961 el Secretario de Estado americano, Mr. Rusk, insinuó el probable envío de tropas yanquis a la Dominicana para expulsar al gobierno de Balaguer, y de­mostrando que esto no eran simples palabras, envió barcos de guerra a las costas dominicanas, incluso el crucero "Little Rock", de proyec­tiles teledirigidos, a la vez que aviones de chorro volaban sobre Santo Domingo. Esto determinó que el general Trujillo Jr. saliera del país y que el naciente movimiento procomunista "14 de junio" cobrara fuer­za. Hubo luego varios conatos de motines rojos.

Alarmado por esos sucesos el general dominicano Pedro Rodríguez Echavarría, ¡efe de las fuerzas armadas, apoyó a Huberto Bogaert para formar una junta de gobierno que se opusiera a la comunización del país, y el nuevo presidente Bogaert anunció el 17 de enero (1962) que había anulado "la conspiración internacional para hacer de la Dominicana otra Cuba".

Pero inmediatamente el Secretario Rusk, del Departamento de Es­tado americano, anunció que no reconocía al nuevo gobierno dominicano, que no se le daría ayuda económica y que estaba considerándose nuevamente el envío de la flota americana a las costas de la República Dominicana. Nadie chistó sobre "la no intervención" y "la autodeterminación de los pueblos" y el gobierno de Bogaert dimitió ante las amenazas. En su lugar surgió otra Junta de Gobierno enca­uzada por Rafael Bonnely, que dejó sin aplicación las leyes antimarxistas y permitió la infiltración roja en todos los sectores. Agitadores orno Manuel lavares, López Molina, Juan Bosch y otros muchos pu­lieron actuar ya impunemente.

Entonces sí, el Departamento de Estado americano reconoció al nuevo régimen y comenzó a darle dólares; la OEA le abrió las puertas y todos los países del Continente e aprestaron a reanudar relaciones con la Dominicana.

A principios de 1963 el procomunista Juan Bosch fue llevado a la residencia y aceleró el proceso inicial de comunización. El 26 de abril el Episcopado dominicano, encabezado por el Arzobispo Octavio Beras, Primado de América, protestó porque a espaldas del se estaban introduciendo tendencias anticatólicas en el regímen.

El 21 de mayo el periodista americano Hal Hendriz denunció que la comunización de la Dominicana avanzaba silenciosamente. Uno de los principales consejeros del presidente Bosch era el judío rumano asha Voiman, que tenía comunicación con la Casa Blanca. Se estaban creando escuelas marxistas, la inquietud iba en aumento y la economía se deterioraba y los cesantes aumentaban a novecientos mil, pese a que el Departamento de Estado americano estaba suministrándole a Bosch un equivalente a mil doscientos millones de pesos mexicanos. Parte de esta ayuda se destinaba a adiestrar "milicianos", con la intención de anular después al ejército y la policía y poder introducir reformas marxistas más amplias.

El 20 de septiembre hubo un ciérre de comercios en señal de protesta contra el comunismo; los militares le pidieron a Bosch que frenara la infiltración roja, éste se negó, el Secretario Mr. Rusk les dijolos militares dominicanos que .no fueran a derrocar a Bosch, pero ellos no se resignaron a la cubanización de su patria, lo depusieron pacíficamente y prohibieron la conspiración comunista. Desarmaron potenciales agitadores rojos, a los que quitaron 3,300 armas y cinco mil cartuchos, y algunas veintenas de perturbadores fueron detenidos.

El país quedó en paz. Pero entonces, naturalmente, el comunismo internacional movió todos sus recursos para infamar al nuevo régimen como "dictatorial". Kennedy rompió relaciones y suprimió la ayuda e dólares a los dominicanos. La "no intervención" y la "autodeter-linación de los pueblos" dejó nuevamente de aplicarse a ese país. El ército dominicano le entregó el poder a un triunvirato de civiles, cual tampoco quería reconocer el Departamento de Estado americano, pero finalmente tuvo que hacerlo ante la presión interna en E. U. y la oposición de los dominicanos a ser arrojados nuevamente en brazos de un régimen procomunista. Pero naturalmente la conspiración inter­nacional comenzó a preparar la revancha.

No menos de 70 agitadores, plenamente identificados, fueron introduciendo armas automáticas y organizando bandas, y el 24 de abril (1965) pusieron en-práctica la táctica del motín descargando un golpe de anarquismo y terror. Embriagaron a las turbas, les alentaron la ciega inclinación al pillaje y al asalto a las mujeres y las movieron hacia encentro de Santo Domingo. Un jolgorio infernal se puso en acción.

Varios oficiales traidores, encabezados por el coronel Francisco Caamaño, ayudaron a repartir armas. Muchos policías fueron asaltados y muertos en su cuartel.

Los terroristas (que para disfrazarse adoptaron el nombre de "constitucionalistas") se apoderaron del Puente Duarte y anunciaron que ¡levaban en la vanguardia a las familias de los militares leales, a efecto de impedir que éstos atacaran y avanzaran de la base de San Isidro a Santo Domingo, para restablecer el orden.

Sin embargo, el grueso del ejército (con base en San Isidro), al man­do del general Elias Wessin y Wessin, no se arredró y avanzó, derrotó a los rojos, recuperó el Puente Duarte y comenzó a limpiar la capital de terroristas. Ante un subcomité del Senado de E. U. se ha puesto en claro que en ese momento la derrota completa de los comunistas era cuestión de horas, pero entonces el Presidente Johnson movió a la OEA y envió tropas americanas a la Dominicana, con el argumento de que iban a evitar que los rojos triunfaran. Sin embargo, en la prác­tica resultó todo lo contrario, pues la OEA interpuso las tropas ameri­canas entre las fuerzas militares leales (de Wessin) y los comunistas de Caamaño, paralizó la culminación de la batalla y salvó a los rojos de una derrota definitiva. Luego se les permitió a éstos que formaran un gobierno disfrazado de "constitucional", con su pelele García Godoy como presidente provisional.

Más tarde el agente David Phillips trató de sobornar al general Wessin ofreciéndole cincuenta mil dólares por su casa, para que sa­liera del país, y al no lograrlo, la OEA ordenó que Wessin fuera sacado del país a la fuerza y desterrado a Miami.

Bajo la protección de la OEA y de varios funcionarios del Departa­mento de Estado americano, la comunización de la Dominicana prosi­guió mediante métodos "pacíficos". El Movimiento 14 de Junio, diri­gido desde Cuba, continuó preparando milicianos. El Partido Social Cristiano (Demócrata Cristiano) siguió colaborando con aquél e infil­trando rojos en los sectores de la clase media; el Comité Ejecutivo de la Unión Comunista, encabezado por Amín Gasbun Abel, siguió orga­nizando grupos en la Universidad, y así han continuado también trabajando libremente los agitadores Antonio Fritz Abreu, entrenado en la URSS; Moisés Genao Blanco, de ÁPCJ; J. Israel Hernández, del PSPD; Miguel Deschamps Erikson, del MPDW, entrenado en Cuba; Ángel Miolán, ex secretario de Lombardo Toledano, y otros muchos expertos en subversión.

HONDURAS.—Desde 1959 se intensificó la difusión de propagan-da comunista, pese a la prohibición legal, y el envío de jóvenes a Cuba. A la vez comenzó a prepararse una "Guardia Civil", especie de milicianos, para sustituir más tarde al Ejército. En agosto de 1963 aparecieron guerrilleros rojos cerca del río Patuca, armados por Castro Ruz. El Presidente Villeda permitía al embajador cubano, Silvino Sor-legui, que impulsara la infiltración comunista. En octubre el ejército hondureño derrocó a Villeda Morales y detuvo la infiltración, cosa que reprobó el Departamento de Estado americano.

Kennedy rompió entonces relaciones con Honduras y le suspendió a ayuda económica. Un coro internacional de protestas se levantó :contra los ejércitos y los nuevos gobiernos de Honduras y la Dominicana, calificados como "dictaduras" por los mismos políticos que sin sonrojos contemporizan amigablemente con dictadores comunistas que chorrean sangre.

Sin embargo, los sectores verdaderamente nacionalistas y anticomunistas de Estados Unidos vieron con simpatía la acción de los militares hondurenos y dominicanos y lograron que se restablecieran rela­jones diplomáticas y que cesara en gran parte el injusto boicot contra ambos países, cuyo único delito es el de haberse resistido valerosamente a la conjura internacional que los empujaba a convertirse en una nueva Cuba.

"ALIANZA PARA EL PROGRESO".—Desde 1932, con el presi­dente Roosevelt, el movimiento político judío y la alta masonería rom­pieron su tácita alianza con el pueblo americano y comenzaron a trabajar en contra de éste y a favor del marxismo asentado en la URSS. De ahí procede el decisivo cambio de política operado en el Departa-nento de Estado americano y la actual campaña para agitar a Iberoamérica diciéndole que va a liberarse —como Cuba— del "imperialismo americano".

Tal imperialismo no ha sido otra cosa que imperialismo judío (su-percapitalista) disfrazado y suavizado con rasgos americanos. Y ahora que trata de sustituirlo con un imperialismo mil veces peor, como es el imperialismo judío-marxista, bajo el cual el pueblo americano ya no figura como socio y factor atemperante, sino como otra de las víctimas.

Este cambio va realizándose con la ayuda de altos círculos de Washington y se disfraza ante el pueblo americano con el oropel de que Jrge hacer reformas en Iberoamérica para subsanar injusticias internas y para eliminar antiguas injusticias cometidas por Estados Unidos.
Por otra parte a los iberoamericanos se les hace alentar la ilusión de que van a ser libres del "imperialismo americano", pero detrás de es­tas falsas bellezas aguarda un nuevo amo: el imperialismo marxista.

Es mentira que los cambios que están operándose en Iberoamérica se deban a que hay gobernantas —como Castro Ruz— que se yerguen temerariamente contra el Coloso del Norte. Lo que ocurre es que estos cambios se realizan con la complicidad del Departamento de Estado americano, cuya labor comunizadora es mucho más efectiva —por lo menos en América— que la realizada desde las.remotas de­pendencias del Kremlin.

Lo anterior explica que no haya ninguna acción eficaz de la Casa Blanca para frenar el avance rojo en Iberoamérica y que para acallar la intranquilidad de la opinión pública estadounidense se adopten de vez en cuando medidas "anticomunistas" engañosas e ineficaces. Una de éstas fue el famoso "punto IV" de Truman para ayudar a los países subdesarrollados, ampliado luego con la llamada Alianza Para el -Pro­greso.

Esta alianza plantea la falsa tesis de que el comunismo avanza porque hay pobreza, lo cual es absolutamente falso porque en sus 48 años de existencia práctica el comunismo no ha dado prosperidad a ninguno de los países bajo su dominio, y sí avanza es porque hay una conspira­ción internacional para ayudarlo.

Cuba era en 1948 uno de los países iberoamericanos con más alto nivel de vida; sus salarios ocupaban el tercer lugar del Continente; sus índices de desempleo (7%) y de mortalidad infantil eran los más bajos de Iberoamérica, ocupaba el tercer lugar en alfabetización, y sin embargo, fue comunizada, no precisamente por la voluntad de su pueblo, sino por una conjura internacional patrocinada por el Depar­tamento de Estado americano.

Además, la Alianza Para el Progreso establece la capciosa disyun­tiva de "comunización pacífica o comunización violenta", y para lograr lo primero encauza su apoyo económico hacia los regímenes procomu­nistas iberoamericanos y hacia la liquidación de la iniciativa privada, la cual lógicamente empieza a retirar inversiones y esto deteriora más la economía de Iberoamérica.

Bajo el disfraz de ciertas obras sociales, la Alianza Para el Progreso apoya con dólares a gobernantes procomunistas y discrimina a los an­ticomunistas, a la vez que presiona para que se realicen "reformas" que van introduciendo características marxistas en la estructura eco­nómica y política del Continente. Este peligro lo advirtió el Congreso de Estados Unidos (julio de 1962) al proponerse que no se suministra­ran dólares a regímenes procomunistas, pero el grupo de Kennedy logró que tal propuesta no fuera aprobada.

Los 20,000 millones de dólares que se planea gastar en tal "alianza" son en gran parte un subsidio para la comunización de Iberoamérica a costa del contribuyente americano,-el cual en los últimos 20 años ha sido privado de más de ciento doce mil millones de dólares con el en­gaño de la "ayuda al extranjero para detener el comunismo", aunque en la práctica ha resultado que esa ayuda se da a los regímenes comu­nistas o procomunistas, como los de Polonia, Yugoslavia, Indonesia, Gui­nea, Ghana y la India, y los de Quadros y Goulart en Brasil, Bosch en la Dominicana, etc.

TRES DESVENTAJAS QUE EL COMUNISMO NO HA SUPERADO

El 13 de febrero de 1958 el Mariscal Iván Bargra-mian declaró en Moscú que la invasión alemana había causado a la URSS pérdidas por dos trillones 569 mil millones de rublos (aproximadamente quinientos mi! billones 142 mil millones de dólares). Además, la URSS sufrió 20 mi­llones de bajas y terminó la contienda casi a punto de la postración. Por eso desde entonces se ha empeñado en ganar tiempo para reha­cerse, y en esto ha sido eficazmente ayudada por los herederos polí­ticos de Roosevelt.

Desde que terminó la pasada guerra mundial el bolchevismo ha tratado de sobreponerse a sus grandes debilidades que le impiden te­ner un choque frontal con el mundo no comunista. Por eso su engañosa propaganda de paz, no por amor auténtico a la paz, según lo ha de­mostrado cada vez que subyuga pueblos a sangre y fuego. Tales de­bilidades del bolchevismo son:

1. ARMAMENTOS. En 1966 las fuerzas armadas norteamericanas tienen decisiva supremacía sobre la URSS. Los bombarderos ameri­canos son mejores y 1,600 de ellos pueden salir desde bases cercanas a los centros industriales bolcheviques y destruirlos. El cohete anti­cohete "Nike-Zeus", los submarinos con armas nucleares y el arsenal de bombas atómicas de Norteamérica son muy superiores a los que tiene el Kremlin. El comunismo dispone de superioridad en infantería y tanques, pero sería gradualmente anulada en caso de estallar un conflicto.

Por eso el marxismo —secundado por los que traicionan a Occi­dente— se finge pacifista y gestiona el desarme atómico, pues si Es­tados Unidos prescinde de su arsenal nuclear, la balanza del poderío armado se inclina en favor de la URSS.

El pacto de Krushchev, aprobado por Kennedy, para prohibir prue­bas de armas atómicas en el aire y en el mar es la primera fase de un convenio de "no agresión", que a su vez sería el antecedente para conseguir que todas las defensas atómicas norteamericanas fueran entregadas a la ONU. En tal caso esta organización marxista-judía in­ternacional tendría ya el dominio del mundo y podría implantar todos sus planes políticos.

El primer paso de esa colosal maniobra fue el pacto que celebraron
Krushchev y Kennedy en septiembre de 1963, no obstante la oposición de valiosos círculos norteamericanos. El general Thomas S. Power, jefe del Comando Estratégico de la Fuerza Aérea Americana, advirtió que tal convenio es dañino porque la URSS ya había probado sus proyectiles atómicos de largo alcance y Estados Unidos sólo lo había hecho con el cohete Polaris, pero no con los Atlas, Titán y Minuteman. El general Curtis LeMay, jefe del Estado Mayor de la Fuerza Aérea, el eminente físico Edward Teller y varios senadores dijeron que el pac­to de Moscú reduce el margen de seguridad de Occidente.

El Presi­dente Johnson gestiona en 1965 otro paso en tal sentido, con la des­trucción de 200 bombarderos B-47 y de los cañones atómicos que guarnecen Corea y Europa central. Además, el pacto de cooperación 'en el espacio, firmado en Ginebra en 1962, da a los soviéticos secre­tos sobre los vuelos siderales, a cambio de datos sin valor. Y el pacto de "intercambio cultural" brinda a la URSS diseños de máquinas, fór­mulas de aleaciones, etc., a cambio de información sobre Máximo Gorki, la política comunista de salarios y la vida en Asia central.

El comunismo ya ha demostrado en los países débiles cómo ama la "paz" y la "libertad". Si actualmente habla tanto de pacifismo ante Estados Unidos es porque quiere facilitar la maniobra interna­cional para desarmarlo.

Entretanto, la URSS encubre sus desventajas técnicas-militares con propaganda que difunde activamente el monopolio informativo inter­nacional, como ha ocurrido con los vuelos espaciales soviéticos. Por ejemplo, hay crecientes pruebas de que la URSS no le pegó a la Luna con un cohete teledirigido y de que tampoco fotografió la cara pos­terior de ese satélite. De la misma manera han surgido dudas respecto a los vuelos de varios astronautas soviéticos, pues todos los puestos de rastreo sideral en Occidente detectaron el paso de las cápsulas, pero no la voz de sus tripulantes.

Únicamente el procomunista Sir Bernard Lowell, director del observatorio inglés de Jodrell Bank, y el monopolio informativo internacional, han dado por realizadas todas las hazañas de que habla la radio de Moscú. En cambio, el vuelo del astronauta americano John Glenn (febrero 20 de 1962) y los subse­cuentes se realizaron a los ojos del mundo entero y más de 20 esta­ciones espaciales pudieron detectar su voz.

Varios senadores y peritos norteamericanos revelaron (24 de mayo de 1963) los nombres de cinco astronautas soviéticos muertos en en­sayos fracasados para ponerlos en órbita, acerca de lo cual se guardó silencio en Moscú.

2. ECONOMÍA. Aparte de las desventajas militares, el bloque marxista sufre enormes desventajas económicas. La URSS dispone de más territorio y de más recursos naturales que ningún otro país, pero en 45 años de comunismo ni siquiera ha podido darle suficiente comida a su pueblo. Su progreso material no guarda proporción —y resulta insignificante y ridículo— con sus gigantescas riquezas naturales.

Esto se debe a que el comunismo se basa en una economía SU PER-CAPITALISTA (supercapitalismo de Estado), eficaz para subyugar to­das las actividades del hombre e impedirle movimientos de libera­ción, pero ineficaz para aumentar la productividad y la riqueza de cada habitante.

Ciertamente la URSS ha aumentado su producción en diversos ra­mos; por ejemplo, al iniciarse en 1941 la invasión alemana, Ios sovié­ticos disponían de 18 millones de toneladas de acero anuales, en tanto que en 1960 ya producían 75 millones, pero de todas maneras su ren­dimiento de hierro, acero, carbón, energía eléctrica y petróleo es in­suficiente para una gran contienda, que ahora no la realizarían con la ayuda de la producción norteamericana y británica (como en 1941-1945) sino en contra de ellas.

La URSS ha tratado de mejorar algunos ramos de su economía a costa de los países que tiene sometidos —nueve colonias—, a los cuales les hace ventas forzosas a mayor precio que el de la cotización mundial, y en cambio les compra artículos a menor precio que el usual. Esto se apega al marxismo-leninismo, pues Lenin escribió: "Los in­tereses del socialismo están antes que la autodeterminación de las naciones".

En cuanto a la vital producción de comestibles, el bloque de países comunistas ha sido profundamente dañado por la Reforma Agraria marxista, necesaria para el control de las masas campesinas, pero in­eficaz para elevar el rendimiento agrícola. Esto fue ya inocultable en septiembre y octubre de 1963 cuando la URSS tuvo que racionar más los víveres y comprar dieciocho y medio millones de toneladas de tri­go en los países capitalistas occidentales, principalmente en Canadá y Estados Unidos.

No obstante que los soviéticos disponen de más tierra laborable que ninguna otra nación, en 1962 se vieron forzados a comprar víveres en el extranjero por valor de dos mil quinientos millones de pesos me­xicanos, y en 1963 por valor de doce mil quinientos millones, además de otra cantidad en créditos. Kennedy autorizó los envíos de trigo a la URSS pese a que la Ley Johnson prohibe tratos comerciales con países que no hayan cubierto sus compromisos económicos, y el Krem­lin debe a E. U. 628 millones de dólares por propiedades americanas confiscadas durante la revolución y 11,500 millones que recibió du­rante la ofensiva alemana.

En enero de 1964 la URSS necesitó importar dos millones y medio de pacas de algodón y se reveló que por falta de pasturas había sa­crificado en el invierno 29 millones de cerdos y 1.6 millones de cabe­zas de ganado mayor. Para ayudarla en su fracaso agrícola, Inglaterra le empezó a otorgar (febrero 14 de 1964) un crédito por el equivalente a 5,600 millones de pesos mexicanos, para maquinaria y fertilizan­tes. (Se sospecha que parte de la ayuda que Moscú logra en Occiden­te es con vistas a afianzar en el futuro su economía de guerra).
En Rusia se producían 452 kilos de granos por habitante, antes de que se estableciera el marxismo (1910a 1913)y 40 años después (no obstante los enormes adelantos de la técnica) la producción era de sólo 408 kilos, oficialmente admitida.

La colectivización agrícola-ganadera le costó a la URSS 121 mi­llones de cabezas de ganado bovino, porcino, lanar y caprino. Ante el fracaso del koljós (ejido colectivo) Stalin y Krushchev han tenido que tolerar que ¡unto a los 175 millones de hectáreas de koljoses exis­ta todavía un vestigio de propiedad privada de 6 millones de hec­táreas de parcelas familiares, de corte capitalista, las cuales produ­cen más de la mitad de las verduras, de la carne, de las frutas y de los productos lácteos que se consumen en la URSS.
Con el sistema de propiedad privada agrícola, los franceses pro­dujeron (1954) cuatro veces más por hectárea que los soviéticos.

La economía soviética necesitó durante la segunda guerra mun­dial que Roosevelt y Truman le dieran una ayuda económica de once mil millones de dólares (137,500 millones de pesos mexicanos). Y des­pués de la guerra ha recibido créditos de Inglaterra y hasta víveres de Occidente. La Casa Blanca le ha suministrado plantas de hule sinté­tico y maquinaria de precisión para guiar cohetes. ,

3. MALESTAR SOCIAL. La falta de libertad política, social, re­ligiosa y económica produce un latente malestar en todo el bloque comunista, por eficaz que sea la maquinaria roja para frustrar el esta­llido del descontento, y tal cosa es otra de las debilidades inherentes del comunismo.
Del bajo nivel de vida en la URSS da una idea el siguiente cuadro de las horas de trabajo (de salario mínimo) requeridas para comprar diversos artículos:

Promedio Promedio de Horas en de Horas en EE.UU. la URSS

Traje de lana, de hombre 32 horas 317 horas
Vestido de algodón 2 horas 43 horas
Una libra de azúcar 5 minutos 59 minutos
Una libra de café 37 minutos 27 horas
Una libra de trigo integral 7 minutos 70 minutos
Un litro de aceite 45 minutos 12 horas
Un litro de leche 10 minutos 78 minutos
Zapatos de mujer 5.5 horas 107.5 horas

En 1959 la URSS inició un nuevo plan para aumentar la producción industrial y dos millones de jóvenes de 15 años fueron reclutados como mano de obra gratuita, forzosa, en la industria (toda oficial), en tanto que en noviembre de 1962 se adoptaron medidas más duras para elevar la producción agrícola. Pero ambos planes fracasaron, por lo menos parcialmente, debido al descontento de las masas.

No obstante la eficaz censura del comunismo, ha trascendido que en marzo de 1956 hubo un levantamiento de campesinos rusos en Tiflis; en octubre de 1956 ocurrieron choques de rusos y judíos en Margelam, de la provincia soviética de Uzbeca, según admitió la B'nai B'riten en Nueva Orleans; el 9 de mayo de 1962 también estallaron protestas y desórdenes contra los funcionarios judíos de Tashkent; en junio hubo grandes motines por la falta de víveres en la zona industrial de Novocherskask, y en noviembre del mismo año ocurrieron manifestaciones públicas de descontento en Quemerovo, Siberia Central.

El 3 de enero de 1963 irrumpieron sorpresivamente 32 campesinos rusos, incluyendo varias mujeres con niños, en la Embajada de Estados Unidos en Moscú, en demanda de asilo. La Embajada se negó a ad­mitirlos y durante tres horas los infelices clamaron y lloraron para no ser entregados a la policía soviética porque iban a matarlos. Final­mente se les obligó a subir a los camiones policíacos y desaparecie­ron para siempre.

Todos los esfuerzos de protesta o liberación del pueblo ruso son ahogados en sangre y ocultados por la cortina de silencio para no llamar la atención de la opinión pública mundial. El turismo extran­jero sólo puede visitar en la URSS determinadas ciudades arregladas como escaparate, y eso a través de organismos oficiales que les sir­ven de guía.

Las fronteras soviéticas se hallan estrechamente vigiladas en una profundidad de 25 kilómetros; en Europa central se ha erigido un muro con alambradas, minas, centinelas, etc.; en China ha sido necesario construir fortificaciones en los reducidos sectores de posible escape, y hasta en Cuba se ha levantado la cortina de hierro. Y no obstante así, en los últimos 18 años han logrado huir del "paraíso" comunista más de 12 millones de personas. No hay estadística sobre los que han muerto en el intento, pero los cálculos sobre el particular arrojan una cantidad impresionante. Se cree que por cada uno que escapa hay 5 que fracasan y son aprehendidos o muertos en el acto.

Debido a las tres desventajas antes enumeradas (militares, económicas y sociales) el comunismo no ha encendido una nueva guerra y a venido conformándose con infiltrar agentes y recibir ayuda de sus cómplices que traicionan a Occidente. La URSS gasta cuatro mil millones de dólares en la preparación de medio millón de agentes, cada no, para minar a los países no comunistas.

Desde la terminación de la pasada guerra las principales armas del marxismo (que le han permitido avanzar sin disparar ni un tiro ni per­der un hombre) son: la infiltración, la complicidad de estadistas occi­dentales y la desinformación que confunde y divide.

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